En el último cuarto del siglo que recientemente hemos dejado atrás, un gran número de territorios se han aliado con fines comunes, el objetivo principal de los cuales siempre es conseguir una mejora, una mejor gestión y mayor rendimiento, ayudándose los unos a los otros, la creación de ventajas comunes para los pertenecientes a un mismo grupo, etc. Además de entre otros principios, se establece el respeto entre los componentes de dicha unión. ¿Esto a lo que podríamos llamar hoy en día como ALIANZA DE CIVILIZACIONES, es en realidad una novedad, o ya se había pensado con anterioridad que daría buen resultado? Pues bien, podríamos decir que como mínimo se remonta a la época de Immanuel Kant.
Éste filósofo nacido, criado y muerto en Köningsberg fue, en un periodo muy concreto de su vida, muy prolífico y provocó un importante giro en el campo epistemológico, rompiendo con las posturas anteriores (empiristas y racionalistas). Pero no sólo eso, también abordó otros temas como la libertad (la cual la relacionaba con el yo, con el alma) y la felicidad. Respecto a la libertad seguía un imperativo categórico kantiano el cual fundamentalmente recomendaba: “Haz lo que debes” de esta manera estarás siempre bien contigo mismo y con los demás; y en cuanto a la felicidad, consideraba vagamos en busca de ella, y esta para él se experimenta en la cultura, la belleza y la amistad. Esto conlleva la amistad con los de los pueblos vecinos y su respeto, la enemistad llevaría a la guerra, la antítesis por tanto de la felicidad: muerte, destrucción, dolor, sufrimiento… no es compatible con la felicidad (en ella importante la autonomía de la voluntad, también en la libertad). Curioso verdad? Estos rasgos son en parte los que caracterizan las actuales Alianzas de civilizaciones. Los países norteamericanos y los europeos, desde hace algún tiempo aunque no demasiado, se organizan para ser competentes y la globalización a propiciado este repentino encontronazo tras una larga historia de guerras europeas y norteamericanas. Aun así sigue habiendo guerras, pero no entre los miembros de la Unión Europea, ni tampoco dentro de los Estados Unidos, las guerras son de estos hacia otros territorios en los que aún no se ha alcanzado semejante acuerdo como para no tener que luchar. De todas formas, y contradiciendo lo que Kant consideraría lo que deberíamos hacer, la guerra política sigue y seguirá; a lo mejor hasta que la gran mayoría de la población decida que prefiere hacer lo que debe, o cuando los altos cargos quieran hacer lo que deben; o quizá no.
“La moralidad es, pues, la relación de las acciones con la
Éste filósofo nacido, criado y muerto en Köningsberg fue, en un periodo muy concreto de su vida, muy prolífico y provocó un importante giro en el campo epistemológico, rompiendo con las posturas anteriores (empiristas y racionalistas). Pero no sólo eso, también abordó otros temas como la libertad (la cual la relacionaba con el yo, con el alma) y la felicidad. Respecto a la libertad seguía un imperativo categórico kantiano el cual fundamentalmente recomendaba: “Haz lo que debes” de esta manera estarás siempre bien contigo mismo y con los demás; y en cuanto a la felicidad, consideraba vagamos en busca de ella, y esta para él se experimenta en la cultura, la belleza y la amistad. Esto conlleva la amistad con los de los pueblos vecinos y su respeto, la enemistad llevaría a la guerra, la antítesis por tanto de la felicidad: muerte, destrucción, dolor, sufrimiento… no es compatible con la felicidad (en ella importante la autonomía de la voluntad, también en la libertad). Curioso verdad? Estos rasgos son en parte los que caracterizan las actuales Alianzas de civilizaciones. Los países norteamericanos y los europeos, desde hace algún tiempo aunque no demasiado, se organizan para ser competentes y la globalización a propiciado este repentino encontronazo tras una larga historia de guerras europeas y norteamericanas. Aun así sigue habiendo guerras, pero no entre los miembros de la Unión Europea, ni tampoco dentro de los Estados Unidos, las guerras son de estos hacia otros territorios en los que aún no se ha alcanzado semejante acuerdo como para no tener que luchar. De todas formas, y contradiciendo lo que Kant consideraría lo que deberíamos hacer, la guerra política sigue y seguirá; a lo mejor hasta que la gran mayoría de la población decida que prefiere hacer lo que debe, o cuando los altos cargos quieran hacer lo que deben; o quizá no.
“La moralidad es, pues, la relación de las acciones con la
autonomía de la voluntad, esto es, con la posible legislación
universal, por medio de las máximas de la misma”
Immanuel Kant,
Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Capítulo Segundo
Immanuel Kant,
Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Capítulo Segundo